La oncología preventiva consiste en un conjunto de procedimientos encaminados a determinar el riesgo individual de padecer cáncer y a detectar precozmente la presencia de manifestaciones clínicas “silenciosas”, que indiquen su presencia en el momento actual a pesar de no haber experimentado sintomatología sospechosa alguna por parte del paciente en el momento de realizar la consulta
En el CNPC hemos desarrollado un protocolo específico para la determinación del riesgo individual de cáncer, consistente en la realización de un completo chequeo médico preventivo basado en la entrevista personal, la cumplimentación de una historia clínica sistemática y la solicitud de una batería de analíticas, exploraciones y pruebas complementarias específicas.
Con toda la información obtenida a partir del Chequeo Médico Preventivo Oncológico estaremos en condiciones de establecer las estrategias de prevención y/o tratamiento individualizadas más adecuadas, basadas en los siguientes abordajes:
- Reeducación nutricional y alimentaria.
- Optimización hormonal, metabólica e inmunológica.
- Prescripción de ejercicio físico para la salud y el fitness.
- Medicina e higiene del sueño.
- Apoyo psicoemocional y manejo del estrés.
En función del nivel de riesgo resultante, nuestro Equipo Médico actuará específicamente en cada una de las áreas mencionadas, optimizando tu salud para conseguir evitar o minimizar, en la medida de lo posible, la futura aparición de cáncer.
“Queremos contribuir al envejecimiento saludable y longevidad de nuestros pacientes, poniendo todo nuestro empeño en ayudarles a conseguir una vida lo más plena posible, libre de cáncer, centrándonos en un abordaje conjunto desde las esferas nutricional, física y emocional”
Ejercicio físico
El deporte, tanto para un paciente oncológico como para una persona sana, es imprescindible. Tener más masa muscular te ayuda en muchos aspectos. Por ejemplo, un músculo fuerte dificulta que el tumor se robe la glucosa de nuestro cuerpo.
Alimentación
La alimentación siempre ha preocupado a la población por factores como el peso o el colesterol. Pero nadie suele relacionarlo directamente con el cáncer. Está demostrado con una evidencia de tipo 1, o sea, totalmente demostrado por la OMS, que por cada 50 gramos de cada carne procesada que se come a diario, hay un 18% más de riesgo de padecer cáncer de colon.
Estrés
Cuando vivimos una época de estrés mantenido, el llamado “distrés”, nuestras células se acortan antes de tiempo (envejecen) y mutan. Eso se puede apreciar en la parte gastro-intestinal (considerada el segundo cerebro debido a la cantidad de neuronas que tiene). El estómago genera una acidez que provoca una erosión continua. Las células se dividen continuamente para reparar esa erosión. Pero si aumentamos la división celular, aumentamos el riesgo de que en una de esas divisiones haya un error, una mutación y se genere una célula maligna.
En el Centro Nacional de Prevención del Cáncer (CNPC) se llevará a cabo la evaluación de factores de riesgo oncológico individuales, así como el asesoramiento personalizado para controlar a cada paciente. La dinámica de actuación se centrará muy especialmente sobre la esfera nutricional, física y emocional.
Según los datos publicados recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 90% de los casos de cáncer se deben a otros factores que se denominan ambientales. Entre los que más incidencia tienen se encuentran la alimentación, el tabaco y el distrés (estrés prolongado y persistente), y probablemente en ese orden.
De hecho, la mala alimentación se relaciona con un 30% de los cánceres mientras que el tabaco con un 25% de los casos. El estrés también está relacionado, pero todavía no se ha podido demostrar con qué incidencia, aunque se estima que es realmente elevada.